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El blog de Paloma Álvarez Rodríguez

martes, 17 de febrero de 2015

OJALÁ NO EXISTIESE PODEMOS

Ojalá no existiese Podemos. 


Ojalá Pablo Iglesias siguiese siendo tan solo un profesor más de la Complutense, y no un icono social. Ojalá no exisitiese Monedero y sus gafas de Harry Potter motorizado. Ni Errejón y esa carita de no haber roto nunca un plato. Ni el hippismo de Teresa Rodríguez. Nada.

Ojalá nadie supiese nada de todos ellos. Nunca. 


Ojalá la ciudadanía no se hubiese organizado, y ojalá no pidiese a gritos un cambio en la política y en la sociedad. 


Que Podemos no existiese, podría ser el resultado de que no existiesen los desahucios. Podría significar que todos los españoles tienen un plato de comida que servir sobre la mesa, y un sueldo con el que llegar más o menos a fin de mes.
Que Podemos no existiese equivaldría a que España no tuviese una de las más altas tasas europeas de pobreza infantil, y de desigualdad. 
Si Podemos no existiese podría ser que no hubiese enfermos que no pueden tratarse, que no habría gente que no puede acceder a las medicinas que necesita, que los hospitales y centros de salud públicos no estarían desbordados y cada vez con más obstáculos para realizar las labores que les son inherentes. 
Si Podemos no existiese, la educación pública sería de calidad, todos podrían acceder a estudios superiores sin trabas en función del dinero que entre en casa. Y cuando terminasen los estudios, si no existiese Podemos, todos podrían acceder a un trabajo digno sin irse de España. 
Si no existiese Podemos, no habría ancianos estafados, nadie se habría aprovechado de los ahorros de toda su vida.
Si no existiese Podemos, no habría tarjetas black, ni Urdangarines ni Corinas, ni tesoreros ladrones ni cajas B ni reformas de sedes con dinero negro. Ni Griñán ni Chaves, ni Ratos listos, ni ratos tontos. Ni Blesas ni Acebes ni Correa ni Lapuerta... Ni puertas a Suiza, ni ventanas al dólar. Y qué coño, si no existiese Podemos, Rajoy sería un tío de puta madre. 


Si no existiese Podemos, no habría padres que lloran, ni personas que se cuelgan, ni un vagabundo por cada metro cuadrado de acera. No habría jóvenes sin futuro, ni adultos sin expectativas. Ni pobres, no habría pobres. No habría sufrimiento, ni injusticia, ni desigualdad. 





No. No soy de derechas.  No tolero a la banda de corruptos que conforman las filas del Partido Popular, que son los mismos que conformarán los organigramas de mandos de las empresas públicas, o que manejan la banca a su antojo y beneficio. Y como no soy tolerante, no tolero tampoco a sus votantes, y menos los que lo seguirán siendo. No soy de los groupies de Pedro Sánchez, tampoco.

Yo apoyo a Podemos. Y más que a Podemos, apoyo el cambio, la justicia social, la política para los ciudadanos y por los ciudadanos. (Qué utópico, y qué típico, ¿eh?) 


Y por eso mismo, desearía que Podemos no hubiese existido nunca. Porque Podemos no es más que una respuesta. Pero hay que invertirr el orden de las proposiciones en los silogismos. Si Podemos no existiese, sería porque tampoco habría existido nunca todo lo anterior. Y convendrán conmigo en que sería lo preferible. Nadie querría que existiese Podemos. 



Ojalá no existiese Podemos, pero menos mal que existe Podemos. 




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